Volví al consultorio un mes después de aquella crisis de espanto
de aquel terremoto neuronal que habia fragmentado ferozmente mis nervios
sólo que esta vez me recetaron Mantequilla Emocional,
Un algo derretible que se lleva desde adentro que logra un tipo de reacción newtoniana,
algo para que todo se me resbale, para que las criticas y las miradas antes de llegarme
arremetan contra el piso, para que caigan vertiginosamente frente a mis narices,
para que los otros se sometan dignamente a la temible gravedad.
Mantequilla, deliciosa mantequilla...
deleitame
2 comentarios:
¿Qué tanto permean esas miradas, esos comentarios esos puñados de impresiones puntiagudas y afiladas que nos lanzan los demás... qué tanto importa, qué tanto no...?
¿Qué tanto esta mantequilla se nos cuela en el alma, atravesando cada capa de armadura que nos ponemos encima, escurriendo por articulaciones, por grietas, por hoyos de descuido... Qué tan hondo corroe una vez llegando al perchero?
Interesantes versos tiene usted aquí, no sé cómo es que llegué a este lugar anónimo/público de la red.
Saludos.
Publicar un comentario