Incurable

No tengo prisa,
de todo ha pasado
los huracanes y la fiebre de siete mil días en sombras
y aun permanece orbitando su insoluble ausencia.

No importa el tiempo
este hoyo negro me sigue tragando infinitamente
me arrastra, 
me despedaza 
arranca de mi pecho insomnios,
versos erráticos como la muerte oscuros 

Estos ojos llenos de sal, caerán
rodarán  al sepulcro con tu imagen grabada,
// con todo lo bello que ya no tengo //
rodarán 

desconsolados 

¿Ya comprendes?

 Ya no tengo prisa,

como fantasmas pasaron los años

y la herida, maldita sentencia, no sana.

No sana mi sed 

mis ganas

ni esta eterna agonía.

Sincronías

Fue necesaria esa lenta niebla que es el tiempo
para entender que una estela nos había atravesado
que el pasado fue un fulgor lleno de estrellas
sol que se reverenció a nuestros pies.

Yo fui feliz de otro modo, (supongo tu también)
aunque una brusca incómoda se perpetuaba extrañamente
una melancolía,
una ausencia,
una sombra.
Algo faltaba...
siempre algo faltaba,
una palabra inventada
algún juego absurdo que sólo tu entenderías
una canción.

De hondarlas se hicieron polvo mis memorias
tomaron forma de unicornio
como sueño disparatado,
un color imaginario, un gato de dos colas.
Entraban y salían recuerdos,
¡Pensé que lo inventaba!.

Bastó un fragmento de silencio,
para encausarnos río abajo a esta sincronía tan nuestra, tan privada 
paraíso bipersonal donde juegan alegres nuestras risas
ese jardín de juventud y rebeldía donde podemos correr descalzos
dispersos,
eternos,
completos
acurrucarnos en nuestras ropas,
las genuinas
las que nunca mostramos.

¿Se fue?
¡no se ha ido nada!
Nada se ha ido.
Permanece ahí, transparente, sideral
en los paralelismos de nuestras vidas
en su belleza de fuego, de agitación y ternura.
Está inmóvil, latente
esperando que la alcancen
que la exploren con valentía. 
¡Es un cometa hecho para nosotros!

Encuéntrame
encuéntrame otra vez
y escapemos... 

Paréntesis

Con  la mente te he llamado
pero no en este instante que anuda mi garganta.
Yo te he llamado siempre,
a través de mis sueños
cuando me desprendo del cuerpo a ese vació infinito de recuerdos poblado.

Te he llamado con la mente,
porque ansiaba tocarte,
deslizar mis dedos por tu rostro
hasta hundirlos en la tierna selva de tus cabellos
deseaba mirarte
el tiempo detener


Con mi terquedad te he llamado
Con mi sed
Con mi fuego
Porque soy necia
Porque soy necia...

Leáme

Recuerdas esos días?  la vida se sentía tan liviana e inmortal
reíamos todos,
divagábamos casi en anonimato.
llenábamos la memoria de recuerdos bellos,
había cierta torpeza
pero nunca la note.
Recuerdas? éramos niños pero adultos
y hablábamos sobre Herbie, Silvio, un elefante y un sombrero
hasta que nos interrumpiamos con alguna extraña tontería.
Algunas veces se despedían
pero había una cosa bonita que evaporaba la distancia
cuando coincidíamos nuevamente todo se sentía tan intacto.

Yo escribí un par de poemas inmaduros
me faltaba tanto por leer en aquel entonces,
por vivir, por dolerme el mundo.

Hoy me avergüenzan esas letras

pero  la vida se encargo de llevarme a hermosos y terribles lugares

para crecer.

No lo recordaba tan vívidamente hasta esa noche,

aquellos sonidos antes habituales me envolvieron

y algo estallo, sentía como el tiempo me atravesaba

El tiempo es un vórtice.

Los contemple a la distancia

se veían como si flotaran, como si fueran los mismos pero otros.

más grandes, más virtuosos. Eso me hizo muy feliz.

Quería entonces también flotar para abrazarles,

para contarles que también soy otra y la misma.

Yo te oía. 

Tanto tiempo después, te oía

suspiro de almíbar, era seda tu voz

Y entonces aventé las letras

Me transformé en palabras,

Me escondí entre líneas,

Para estirar la puntita de los dedos

Y alcanzar un fragmento de tu mirada.

Léame.

Futuro

 

Es una ola despiadada el tiempo, 

y su espuma un hechizo

que arrasa todo aquello que creíamos indeleble.

Y todo cambia,

muta tan extrañamente que somos otros,

y ni hablar del poema

es una rara casa la que habita.

A veces me esquiva con tal alevosía

que me siento ajena de mi otro yo.

Ruido,

tanto ruido hay afuera

que a veces dan ganas de cerrar las ventanas,

los ojos,

la boca.

para mantenerse impecable.

¿Siquiera es eso posible?

¿Cuánto de nosotros perdurará?

las ideas cambiaron

los poemas cambiaron

el rostro,

los amigos,

las risas.

Todo es nuevo.

Como Ïcaro

 
Me divido en ocasiones
al desgaste de mis caprichos me disperso,
sobre alturas siderales floto y con la punta de mis dedos rozo
el principio de todos los finales.

Satura mis venas un licor narcisista 
sólo hay ego en las alturas,

Como ráfaga un dolor penetra
y fatídicamente me desplomo
Mi caída vertiginosa deja huérfano un grito espaciado
Es violenta,
inexorable. ¡pum!

Yo, fragmentada,
codiciosa,
con dolor.

Irremediablemente

Sellar la puerta,

los ojos
destruir el corazón apretujones 
hasta que salga sangre de las manos
y la carne se perfore de amargura.

Que sea violento el enojo 
que desate las plagas del alma

remolinos de sombras,
vórtices contaminados en llanto,

tráguenme,

¡ya tráguenme!
transfórmenme en un insomnio
invertido
infinito
horizontal.

Egocionalmente

El ego, animal hambriento,

se arrastra por las sombras en busca de carne
sus tentáculos asfixiantes silenciosamente se retuercen 

hasta atrapar un brazo

una pierna,
una boca.

A ella la impregno su hedor,
de arrogancia y lujuria
y se entregó

como quien entrega el espíritu
sin saber que sus entrañas se amontonaría

de cólera y tristeza.

Fue así como la consumió lentamente,

caliente

cual destello de astro,
como un ocaso naranja 
hasta que sin más
se desplomo.