El ego, animal hambriento,
se arrastra por las sombras en busca de carne
sus tentáculos asfixiantes silenciosamente se retuercen
sus tentáculos asfixiantes silenciosamente se retuercen
hasta atrapar un brazo
una pierna,
una boca.
una boca.
A ella la impregno su hedor,
de arrogancia y lujuria
y se entregó
como quien entrega el espíritu
sin saber que sus entrañas se amontonaría
sin saber que sus entrañas se amontonaría
de cólera y tristeza.
Fue así como la consumió lentamente,
caliente
cual destello de astro,
como un ocaso naranja
hasta que sin más
se desplomo.
como un ocaso naranja
hasta que sin más
se desplomo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario